Júpiter
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Un poco de
mitología... |
Soberano
de los dioses, el más poderoso de todos los habitantes del
Olimpo, hijo del dios Saturno a quien derrocó.
Originalmente
dios del cielo y rey del firmamento, Júpiter era venerado como
dios de
la lluvia, el rayo y el relámpago. Como protector de
Roma le
llamaban Júpiter Optimus Maximus (el mejor y más
alto). Como Júpiter
era guardián de la ley, defensor de la verdad y protector de la
justicia y la virtud, los romanos identificaban a Júpiter con
Zeus, el
dios supremo de los griegos, y asignaban al dios romano los atributos y
mitos de la divinidad griega. El Júpiter de la literatura
latina, por
tanto, tiene muchas características griegas, pero el
Júpiter del culto
religioso romano se mantuvo esencialmente libre de la influencia
griega. |
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Júpiter, el planeta

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Júpiter,
el gigante gaseoso, la estrella malograda, es el primero de los
planetas jovianos y el mayor del sistema solar. Su tamaño es tan
gigantesco que es más grande que todos los demás planetas
juntos. Casi
todo él está compuesto de elementos ligeros como el
hidrógeno y el helio, igual que el Sol, y su masa no es muy
inferior a la mínima necesaria para la que contracción
gravitatoria logre llevar su región central a la temperatura
necesaria para que se produzca la fusión del hidrógeno
-de
hecho, si su masa hubiese sido unas 60 veces mayor de lo que es,
habría continuado la contracción gravitatoria dando lugar
a una estrella-. Sin embargo, esto no ocurrió y,
al no alcanzarse la temperatura necesaria
para que comenzara la fusión del
hidrógeno, se evitó que Júpiter pudiera
transformarse
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en
una estrella y que el sistema solar se convirtiera en
un sistema binario, es decir, con dos soles, algo que habría
dificultado enormemente la formación de planetas en su interior.
Por
otra parte, aunque nos referimos a Júpiter como "gigante
gaseoso", la
mayor
parte del gas está tan comprimido por las temperaturas y
las
presiones
interiores del planeta, que probablemente existe en estado
líquido por
debajo de las delgadas capas atmosféricas de la superficie. En
el
centro, su núcleo podría estar formado por silicatos de
hierro a
temperaturas en torno a los 25.000 grados o más.
En
los albores del sistema solar, Júpiter debió
de sufrir los mismos procesos que el Sol: la masa de gas que ahora
forma el planeta se hundió bajo su propio campo gravitatorio.
Cuando la bola de gas se contrajo, se generó energía y la
temperatura del núcleo empezó a aumentar. En el Sol, la
temperatura resultó por fin suficiente para que se produjera la
fusión del hidrógeno, pero, como se dijo anteriormente,
la temperatura interna de
Júpiter probablemente nunca alcanzó más de 50.000
grados, de manera que no pudo convertirse en estrella. No obstante, el
planeta aún genera energía por la contracción
gravitatoria y por ello emite más energía de la que
recibe del Sol (aproximadamente 1,5 más energía que la
que absorve de los rayos solares). A los objetos como Júpiter,
que generan
energía pero no la suficiente para brillar como una estrella, se
los llama a veces enanas marrones.
Con
tan sólo un pequeño
telescopio es posible observar no sólo Júpiter, sino sus
cuatro lunas
mayores. De hecho fueron éstas las que descubrió Galileo
al
utilizar por
primera vez un telescopio. El hecho de que otro planeta, aparte de la
Tierra, tuviera lunas girando a su alrededor fue de suma importancia
porque se convirtió en uno de los clavos con que cerraron el
féretro
del sistema ptolomeico al demostrar que la Tierra no era el
único
centro de revolución en el universo. Pero estas lunas no son las
únicas
maravillas que se pueden observar con el pequeño telescopio.
También es
posible ver las capas superficiales de la densa atmósfera de
Júpiter,
las cuales aparecen como una serie de bandas o cinturones que rodean al
planeta paralelamente a su ecuador. Las áreas blancas son nubes
gigantescas de gas ascendente, formado principalmente por
amoníaco,
mientras que las bandas oscuras se sitúan probablemente
más abajo de la
atmósfera, están formadas por compuestos de azufre y son
más calientes
y descendentes. Además, las figuras ovaladas, y sobre todo
la
famosísima Gran Mancha Roja (descubierta por Gian
Domenico
|
a
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Datos Físicos de Júpiter |
Distancia
media al Sol:
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778
millones de km.
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Periodo
Orbital:
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11,9
años
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Periodo
de Rotación:
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9
horas y 55,5 minutos
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Diámetro:
|
143.000
kilómetros
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Masa
(Tierra = 1):
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318
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Temperatura en
ºC:
|
-150
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Inclinación
del eje:
|
3º
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Satélites:
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16
conocidos
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Cassini
en 1665), no son sino grandes sistemas
tormentosos
-colosales columnas
de gas en rotación o remolinos gaseosos- que permanecen intactos
durante
largos periodos. La Gran Mancha Roja ha existido durante 300
años
y
posiblemente existirá durante mucho tiempo más. |
Cassini, como ya se dijo, fue quien descubrió la Gran Mancha
Roja que le permitió, además, calcular la rotación
del planeta y fijarla en torno a 9 horas y 56 minutos. No obstante,
observando las estructuras que aparecen en la banda o
cinturón que rodea el planeta en su ecuador,
también pudo determinar que el periodo de rotación
de esta banda era de 9 horas y 51 minutos, es decir, que
Júpiter gira en torno a sí mismo a distinta
velocidad dependiendo de la latitud del planeta de la que se trate.
Esto, que
se conoce con el nombre de rotación diferencial, se debe
a que
Júpiter es un planeta gaseoso y, por tanto, no gira como lo
hacen los cuerpos sólidos, sino que cada latitud rota con una
velocidad propia. El periodo de rotación en Júpiter es el
menor de todos los del sistema solar y varía desde las 9 horas y
50 minutos que tarda en el ecuador a las 9 horas y 55 minutos que tarda
en latitudes más elevadas.
Júpiter ha deparado grandes sorpresas a los investigadores. La
sonda Voyager, por ejemplo, en su paso junto al planeta
descubrió que éste está rodeado por una serie de
anillos que no son visibles, al no ser brillantes y luminosos como los
de Saturno, desde la Tierra, ni siquiera con los telescopios más
potentes, y que se extienden a partir de los 30.000 kilómetros
de
altura sobre la atmósfera a lo largo de más de 140.000
kilómetros por encima del planeta. Hay dos anillos principales.
Uno de ellos es muy fino y su espesor no debe superar algunos
kilómetros. Estos anillos están formados por polvo y
pequeños fragmentos, probablemente procedentes de las erupciones
volcánicas de Ío, el satélite joviano más
cercano al planeta. Y ya que mencionamos a Ío, no podemos
olvidarnos de señalar que la sonda Voyager también
descubrió una serie de lunas o satélites que nos
eran desconocidas hasta ese momento, pues sólo sabíamos
de las cuatro descubiertas por Galileo y que, en su honor, llevan el
nombre de satélites galileanos: Ío, el más cercano
al planeta, Europa, Gamínedes, la mayor de todas, y Calisto.
Estos cuatro satélites giran en torno a Júpiter
mostrándole siempre la misma cara, como hace la Luna con
respecto a la Tierra.

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Los satélites galileanos y la Gran Mancha Roja
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Anillos de Júpiter |
Tamaños compartivos entre la Tierra y
Júpiter
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