ir al índice general (web actualizada) |
Amores trata Rodrigo - descubierto ha su cuidado; a la Cava lo decía - de quien era enamorado; miraba su lindo rostro, - miraba su rostro alindado, sus lindas y blancas manos - él se las está loando:
-
Querría que me entendieses - por la vía que te hablo: darte hía mi corazón - y estaría al tu mandado. La Cava, como es discreta, - a burlas lo había echado; el rey hace juramento - que de veras se lo ha hablado; todavía lo disimula - y burlando se ha excusado. El rey va a tener la siesta - y en un retrete se ha entrado; con un paje de los suyos - por la Cava ha enviado. La Cava, muy descuidada, - cumplió luego a su mandado. El rey, luego que la vido, - hale de recio apretado, haciéndole mil ofertas, - si ella hacía su rogado. Ella nunca hacerlo quiso, - por cuanto él le ha mandado, y así el rey lo hizo por fuerza - con ella, y contra su grado. La Cava se fue enojada, - y en su cámara se ha entrado. No sabe si lo decir, - o si lo tener callado. Cada día gime y llora, - su hermosura se va gastando. Una doncella, su amiga, - mucho en ello había mirado, y hablóle de esta manera, - de esta suerte le ha hablado: - Agora siento, la Cava, - mi corazón engañado, en no me decir lo que sientes - de tu tristeza y tu llanto. La Cava no se lo dice, - mas al fin se lo ha otorgado. Dice cómo el rey Rodrigo - la ha por fuerza deshonrado, y por que más bien lo crea, - háselo luego mostrado. La doncella, que lo vido, - tal consejo le ha dado: - Escríbeselo a tu padre, - tu deshonra demostrando. La Cava lo hizo luego, - como se lo ha aconsejado, y da la carta a un doncel - que de la Cava es criado. Embarcárase en Tarifa - y en Ceuta la hubo llevado, donde era su padre, el conde, - y en sus manos la hubo dado. Su madre, como lo supo, - grande llanto ha comenzado. El conde la consolaba - con que la haría bien vengado de la deshonra tan grande - que el rey les había causado OTRAS VERSIONES DE LAS CAUSAS DE LA CONQUISTA DE ESPAÑA POR LOS ÁRABES DE: MIL Y UNA NOCHES |
Las
huestes de don Rodrigo desmayaban y huían
|
Después que el rey don Rodrigo a España perdido había, íbase desesperado por donde más le placía. Métese por las montañas las más espesas que vía, porque no le hallen los moros que en su seguimiento iban. Topado ha con un pastor que su ganado traía; díjole: - Dime, buen hombre, lo que preguntarte quería, ¿ si hay por aquí poblado o alguna casería donde pueda descansar, que gran fatiga traía ? El pastor respondío luego que en balde la buscaría, porque en todo aquel desierto sola una ermita había, donde estaba un ermitaño que hacía muy santa vida. El rey fue alegre desto por allí acabar su vida. Pidió al hombre que le diese de comer, si algo tenía; el pastor sacó un zurrón que siempre en él pan traía; diole dél y de un tasajo que acaso allí echado había. El pan era muy moreno, al rey muy mal le sabía; las lágrimas se le salen, detener no las podía acordándose en su tiempo los manjares que comía. Después que hubo descansado por la ermita le pedía; el pastor le enseñó luego por donde no erraría. El rey le dio una cadena y un anillo que traía: joyas son de gran valor que el rey en mucho tenía. Comenzando a caminar, ya cerca el sol se ponía, llegado es a la ermita que el pastor dicho le había. Él, dando gracias a Dios, luego a rezar se metía; hombre es de autoridad, que bien se le parescía. Preguntóle el ermitaño cómo allí fue su venida; el rey, los ojos llorosos, aquesto le respondía: - El desdichado Rodrigo yo soy, que rey ser solía; véngome a hacer penitencia contigo en tu compañía; no recibas peasdumbre, por Dios y Santa María. El ermitaño se espanta; por consolallo decía: - Vos cierto habeís elegido camino cual convenía para vuestra salvación, que Dios os perdonaría. El ermitaño ruega a Dios por si le revelaría la penitencia que diese al rey, que le convenía. Fuele luego revelado, de parte de Dios, un día, que le meta en una tumba con una culebra viva, y esto tome en penitencia por el mal que hecho había. El ermitaño al rey, muy alegre se volvía; contóselo todo al rey cómo pasado le había.
El rey, de esto muy gozoso, luego en obra lo ponía. Métes, como Dios manda, para allí acabar su vida; el ermitaño, muy santo, mírale al tercero día. Dice: - ¿ Cómo os va, buen rey ? Vaos bien con la compañía ? - Hasta ahora no me ha tocado porque Dios no lo quería; ruega por mí, ermitaño, porque acabe bien mi vida. El ermitaño lloraba, gran compasión le tenía; comenzóle a consolar y esforzar cuanto podía. Después vuelve el ermitaño a ver ya si muerto había; halló que estaba rezando y que gemía y plañía. Preguntóle cómo estaba: - Dios es en la ayuda mía - respondío el buen rey Rodrigo -, la culebra me comía; cómeme ya por la parte que todo lo merecía, por donde fue el principio de la mi muy gran desdicha. El ermitaño lo esfuerza, el buen rey allí moría. Aquí acabó el rey Rodrigo, al cielo derecho se iba.
|
_Guarte, guarte, rey don Sancho |
En Santa Gadea de Burgos
el Cid al rey castellano |
unca fuera caballero
de damas tan bien servido como fuera Lanzarote cuando de Bretaña vino, que dueñas curaban de él, doncellas del su rocino. Esa dueña Quintañona, ésa le escanciaba el vino, la linda reina Ginebra se lo acostaba consigo; y estando al mejor sabor, que sueño no había dormido, la reina toda turbada un pleito ha conmovido: _L anzarote, Lanzarote,si antes hubieras venido, no hablara el orgulloso las palabras que había dicho,
se acostaría conmigo. Y a se arma Lanzarotede gran pesar conmovido, despídese de su amiga, pregunta por el camino. Topó con el orgulloso debajo de un verde pino, combátense de las lanzas, a las hachas han venido. Ya desmaya el orgulloso, ya cae en tierra tendido. Cortárale la cabeza ,sin hacer ningún partido; vuélvese para su amiga donde fue bien recibido. |
cuando hace la calor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor, sino yo, triste cuitado, que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día, ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero ¡Dele Dios mal galardón! PULSA EN CADA NOMBRE PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON PRESOS O CONDENADOS: CERVANTES GÓNGORA TIRSO DE MOLINA ESPRONCEDA ROS DE OLANO JOSÉ MARTÍ VALLE INCLÁN ANTONIO MACHADO LEÓN FELIPE JORGE GUILLÉN MIGUEL HERNÁNDEZ DIEGO SAN JOSÉ GABRIEL CELAYA JOSÉ LUIS GALLEGO MARCOS ANA JOSÉ HIERRO MARÍA BENEYTO ALFONSO SASTRE CARLOS ÁLVAREZ VÁZQUEZ MONTALBÁN LEOPOLDO MARÍA PANERO
PULSA EN CADA AUTOR PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON LAS ESTACIONES DEL AÑO:
|
Romance
del Conde Arnaldos
PULSA
AQUÍ PARA ACCEDER A UN RELATO DEL
ESCRITOR CONTEMPORÁNEO JOSÉ MARÍA MERINO SITUADO EN EL DÍA MÁGICO DE SAN
JUAN |
moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida: moro que en tal signo nace: no debe decir mentira. Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: -Yo te la diré, señor,aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía: que mentira no dijese, que era grande villanía; por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría. -Yo te agradezco, Abenámar,aquesa tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían! -El Alhambra era, señor,![]() y la otra la mezquita, los otros los Alixares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día, y el día que no los labra,
o El otro es Generalife, huerta que par no tenía. El otro Torres Bermejas, castillo de gran valía. Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: -Si tú quisieses, Granada,contigo me casaría; darete en arras y dote a Córdoba y a Sevilla. -Casada soy, rey don Juan,casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería. |
En Sevilla está una ermita
cual dicen de San Simón, adonde todas las damas iban a hacer oración. Allá va la mi señora, sobre todas la mejor, saya lleva sobre saya, mantillo de un tornasol, en la su boca muy linda lleva un poco de dulzor, en la su cara muy blanca lleva un poco de color, y en los sus ojuelos garzos lleva un poco de alcohol, a la entrada de la ermita, relumbrando como el sol. El abad que dice misa no la puede decir, no, monacillos que le ayudan no aciertan responder, no, por decir: amén, amén, decían: amor, amor.
|
Levantóse Gerineldo
que al rey dejara dormido, fuese para la infanta donde estaba en el castillo. _Abráisme, dijo, señora, abráisme, cuerpo garrido. _¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo? _Gerineldo soy, señora,vuestro tan querido amigo. Tomárala por la mano,en un lecho la ha metido,
y besando y abrazando Gerineldo se ha dormido. Recordado había el rey de un sueño despavorido; tres veces lo había llamado, ninguna le ha respondido. _Gerineldo, Gerineldo,mi camarero pulido, si me andas en traición, trátasme como a enemigo. O dormías con la infanta o me has vendido el castillo. Tomó la espada en la mano, en gran saña va encendido, fuérase para la cama donde a Gerineldo vido. Él quisiéralo matar, mas criole de chiquito. Sacara luego la espada, entre entrambos la ha metido, porque desque recordase viese cómo era sentido. Recordado había la infanta y la espada ha conocido. _Recordaos, Gerineldo,que ya érades sentido, que la espada de mi padre yo me la he bien conocido.
|
de Francia la bien guarnida, íbase para París, do padre y madre tenía. Errado lleva el camino, errada lleva la guía, arrimárase a un roble por esperar compañía. Vio venir un caballero que a París lleva la guía. La niña, desque lo vido, de esta suerte le decía: _Si te place, caballero, llévesme en tu compañía. _Pláceme, dijo, señora,pláceme, dijo, mi vida. ![]() por hacerle cortesía; puso la niña en las ancas y subiérase en la silla. En el medio del camino de amores la requería. La niña, desque lo oyera, díjole con osadía: _Tate, tate, caballero,no hagáis tal villanía, hija soy de un malato y de una malatía, el hombre que a mí llegase malato se tornaría. El caballero, con temor,palabra no respondía. A la entrada de París la niña se sonreía. _¿De qué vos reís, señora?¿De qué vos reís, mi vida? _Ríome del caballero y de su gran cobardía: ¡Tener la niña en el campo y catarle cortesía! Caballero, con vergüenza,estas palabras decía: _Vuelta, vuelta, mi señora, que una cosa se me olvida. La niña, como discreta,dijo: _Yo no volvería, ni persona, aunque volviese, en mi cuerpo tocaría: hija soy del rey de Francia y de la reina Constantina, el hombre que a mí llegase muy caro le costaría.
|
-- ¡Galiarda, Galiarda!¡Oh quién contigo holgase, y otro día de mañana con los cien moros pelease! Si a todos no los venciese luego matarme mandases, porque con tan gran favor grande esfuerzo tomase." "De dormir, dices Florencios, de dormir, sí dormiría; mas sois niño y mochacho, en corte te alabarías." Miró hacia al cielo Florencios, su espada empuñado había: "Con esta muera, señora, con esta muera, mi vida, si jamás por pensamiento, tal cosa me pasaría." Aquella noche Florencios cuanto quisiera hacía. Otro día de mañana a todos se lo decía. "Esta noche, caballeros, dormí con una doncella, que en los días de mi vida yo no vi cosa más bella." Todos dicen a una voz: "¡Cierto, Galiarda es ella!." Oídolo había un su hermano, tomado ha en sí la querella: "¡Por Dios! te ruego, Florencios, que te cases con ella." "No quiero hacer, caballeros, para mí cosa tan fea en tomar yo por mujer la que tuve por manceba." Aun bien no acabó Florencios de decir aquella nueva, cuando todos a una voz luego dicen luego: "¡Muera, muera, muera quien ha deshonrado a Gallarda la más bella!" Desque Galiarda lo supo gran enojo recibiera: "Pésame, mis caballeros, hagáis cosa tan mal hecha; lo que aquel loco decía no era cosa creedera. Hasta saberlo de cierto no le habíades de dar pena."
|
PULSA EN CADA AUTOR PARA OTROS TEXTOS RELACIONADOS CON LA MUERTE. + + + PULSA EN CADA AUTOR PARA LEER POEMA SOBRE SUEÑOS: JUAN BOSCÁN FERNANDO DE HERRERA LUPERCIO ARGENSOLA G. ADOLFO BÉCQUER JOSÉ MARTÍ JUAN RAMÓN JIMÉNEZ ANTONIO MACHADO |
Parida estaba la infanta,
la infanta parida estaba; para cumplir con el rey decía que estaba mala. Envió a llamar al conde que viniese a la su sala; el conde siendo llamado no tardó la su llegada. _¿Qué me queredes, mi vida? ¿Qué me queredes, mi alma? _Que toméis esta criatura y la deis a criar a un ama. Ya la tomaba el buen conde en los cantos de su capa, mas de la sala saliendo con el buen rey encontrara. _¿Qué lleváis, el buen conde, en cantos de vuestra capa? _Unas almendras, señor, que son para una preñada. _Dédesme de ellas, el conde, para mi hija la infanta. _Perdónedes vos, el rey, porque las traigo contadas. Ellos en aquesto estando, la criatura lloraba. _Traidor me sois vos, el conde, traidor me sois en mi casa. _Yo no soy traidor, el rey, ni en mi linaje se halla: hermanos y primos tengo los mejores de Granada. Revolvió el manto al brazo y arrancó de la su espada, el conde, por la criatura, retiróse por la sala. El rey decía: _¡Prendedlo!; mas nadie prenderlo osaba. La infanta, que luego oyera rencilla tan grande e brava, a una de las damas suyas lo que era preguntaba. _Es que el rey, señora, al conde de traidor lo difamaba porque en la su falda un niño del palacio lo sacaba, creyendo que a vos, señora, el conde vos deshonrara. Sale la infanta de prisa adonde su padre estaba, y la espada de la mano de presto se la quitara, diciendo: _Oídme, señor, una cosa que os contara. El rey, que la quería bien, que dijese le mandaba. _Mía es la criatura que el conde, señor, llevaba, y el conde es mi marido, yo por tal lo publicaba. El rey, que aquello oyera, triste y espantado estaba: por un cabo quería vengarse, y por otro non osaba; al fin al mejor consejo como cuerdo se allegaba: con voz alta y amorosa dijo que les perdonaba. Mándales tomar las manos a un cardenal que allí estaba, y hacer bodas suntuosas de que todo el mundo holgaba, y así el pesar pasado con gran gozo se tornaba. |
Estase la gentil dama
paseando en su vergel, los pies tenía descalzos, que era maravilla ver; desde lejos me llamara, no le quise responder. Respondile con gran saña:_¿Qué mandáis, gentil mujer? Con una voz amorosacomenzó de responder: _Ven acá, el pastorcico, si quieres tomar placer; siesta es del mediodía, que ya es hora de comer, si querrás tomar posada todo es a tu placer. _Que no era tiempo, señora, que me haya de detener, que tengo mujer y hijos, y casa de mantener, y mi ganado en la sierra, que se me iba a perder, y aquellos que me lo guardan no tenían qué comer. _Vete con Dios, pastorcillo, no te sabes entender,
hermosuras de mi cuerpo yo te las hiciera ver: delgadica en la cintura, blanca soy como el papel, la color tengo mezclada como rosa en el rosel, el cuello tengo de garza, los ojos de un esparver, las teticas agudicas, que el brial quieren romper, pues lo que tengo encubierto maravilla es de lo ver. _Ni aunque más tengáis, señora, no me puedo detener.* * * (Pulsa en cada autor para ver la descripción de su mujer ideal (descripio puellae):
|
Buen
amor, no me deis guerra,
Así os vea,
caballero,
Buen
amor, no me deis guerra, |
Al alba
venid, buen amigo, |
Ya
cantan los gallos, |
|
bien se le parece.
Quien
bien hila
|
Ondas del mar de Vigo,
(Martín Codax) |
Muy
graciosa es la doncella,
Digas
tú, el marinero
Digas
tú, el caballero
Digas
tú, el pastorcico
|
ir al índice general (web actualizada) |