Juan Ruiz, Arcipreste de Hita |
|
|
|
Aquí fabla de cómo todo ome entre los sus cuydados se deve alegrar: et de la disputación que los griegos et los romanos en uno ovieron. Palabras son de sabio, e díxolo Catón, que omen a sus coydados, que tiene en coraçón, entreponga plaseres e alegre la raçón, que la mucha tristeça mucho coydado pon; et porque de buen seso non puede omen reír, avré algunas burlas aquí a enxerir: cada que las oyerdes non querades comedir, salvo en la manera del trovar et del desir. Entiende bien mis dichos, e piensa la sentençia, non me contesca contigo como al doctor de Greçia con 'l rivaldo romano e con su poca sabiençia, quando demandó Roma a Greçia la sçiencia. Ansí fuer, que romanos las leyes non avíen, fueron las demandar a griegos que las teníen; respondieron los griegos, que non los meresçíen, nin las podrían entender, pues que tan poco sabíen. Pero si las queríen para por ellas usar, que ante les convenía con sus sabios disputar, por ver si las entendíen, e meresçían levar: esta respuesta fermosa daban por se escusar. Respondieron romanos, que los plasía de grado; para la disputaçión pusieron pleyto firmado: mas porque non entendíen el lenguaje non usado, que disputasen por señas, por señas de letrado. Pusieron día sabido todos por contender, fueron romanos en coyta, non sabían qué se faser, porque non eran letrados, nin podrían entender a los griegos doctores, nin al su mucho saber. Estando en su coyta dixo un çibdadano, que tomasen un ribaldo, un bellaco romano, segund Dios le demostrase faser señas con la mano, que tales las fisiese: fueles consejo sano. Fueron a un bellaco muy grand et muy ardid: dixiéronle: «Nos avemos con griegos nuestra convid' »para disputar por señas: lo que tú quisieres pid', »et nos dártelo hemos, escúsanos d'esta lid.» Vistiéronlo muy bien paños de grand valía, como si fuese doctor en la filosofía; subió en alta cátedra, dixo con bavoquía; «D'oy más vengan los griegos con toda su porfía.» Vino ay un griego, doctor muy esmerado, escogido de griegos, entre todos loado, sobió en otra cátedra, todo el pueblo juntado, et comenzó sus señas, como era tratado. Levantose el griego, sosegado, de vagar, et mostró sólo un dedo, que está çerca el pulgar; luego se asentó en ese mismo lugar; levantose el ribaldo, bravo, de mal pagar. Mostró luego tres dedos contra el griego tendidos, el polgar con otros dos, que con él son contenidos en manera de arpón, los otros dos encogidos, asentose el nesçio, catando sus vestidos. Levantose el griego, tendió la palma llana, et asentose luego con su memoria sana levantose el bellaco con fantasía vana, mostró puño çerrado; de porfia avía gana. A todos los de Greçia dixo el sabio griego: «Meresçen los romanos las leyes, yo non gelas niego.» Levantáronse todos con pas e con sosiego; grand honra ovo Roma por un vil andariego. Preguntaron al griego, qué fue lo que dixiera por señas al romano, e qué le respondiera dis: «Yo dixe, que es un Dios: el romano dixo, que era verdad, »uno et tres personas, e tal señal fesiera. »Yo dixe, que era todo a la su voluntad; »respondió, que en su poder teníe el mundo, et dis »desque vi, que entendíen, e creíen la Trinidad, »entendí que meresçíen de leyes çertenidad.» Preguntaron al bellaco, quál fuera su antojo. Dis': «Díxome, que con su dedo me quebrantaría el ojo, »d'esto ove grand pesar, e tomé grand enojo, »et respondile con saña, con ira e con cordojo: »que yo l' quebrantaría ante todas las gentes »con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes. »Díxom' luego após esto, que le parase mientes, »que me daría grand palmada en los oídos retinientes. »Yo l' respondí, que l' daría una tal puñada, »que en tiempo de su vida nunca la vies' vengada; »desque vio la pelea teníe mal aparejada, »dexos' de amenasar do non gelo presçian nada.» Por esto dise la patraña de la vieja ardida, non ha mala palabra, si non es a mal tenida; verás, que bien es dicha, si bien fuese entendida, entiende bien mi dicho, e avrás dueña garrida.
|
Exiemplo de lo que contesçió a don Pitas Pajas, pintor de Bretaña. Del que olvidó la muger te diré la fazaña si vieres que es burla, dime otra tal mañana; era don Pitas Pajas un pintor de Bretaña casose con muger moça, pagábase de compaña. Ante del mes complido dixo él: 'Nostra dona 'yo volo ir a Flandes, portaré muita dona.' Ella diz': 'Monseñor, andar en ora bona 'non olvidedes vuestra casa, nin la mi persona.' Dixo don Pitas Pajas: 'Dona de fermosura 'yo volo façer en vos una bona figura 'porque seades guardada de toda altra locura.' Ella diz': 'Monseñor, façed vuestra mesura.' Pintol' so el ombligo un pequeño cordero: fuese don Pitas Pajas a ser novo mercadero, tardó allá dos años, mucho fue tardinero, façíasele a la dona un mes año entero. Como era la moça nuevamente casada avíe con su marido fecha poca morada, tomó un entendedor et pobló la posada, desfízose el cordero, que d'él non finca nada. Cuando ella oyó que venía el pintor mucho de priesa embió por el entendedor, díxole que le pintase como podiese mexor en aquel lugar mesmo un cordero menor. Pintole con la gran priesa un eguado carnero complido de cabeça con todo su apero, luego en ese día vino el mensajero. Que ya don Pitas Pajas de esto venía çertero. Cuando fue el pintor de Frandes venido fue de la su muger con desdén resçebido desque en el palaçio con ella estido la señal que l' feçiera non la echó en olvido. Dixo don Pitas Pajas: 'Madona, si vos plaz' 'mostradme la figura e afán buen solaz!' Diz' la muger: 'Monseñor, vos mesmo la catad, 'fey y ardidamente todo lo que vollaz.' Cató don Pitas Pajas el sobre dicho lugar et vido un grand carnero con armas de prestar. '¿Cómo es esto, madona, o cómo pode estar 'que yo pinté corder, et trobo este manjar?' Como en este fecho es siempre la muger sotil e mal sabida, diz': '¿Cómo, monseñor, 'en dos años petid corder non se façed carner? 'Vos veniésedes templano et trobaríades corder.' Por ende te castiga non dexes lo que pides, non seas Pitas Pajas, para otro non errides, con deçilres fermosos a la muger convides, desque telo prometa, guarda non lo olvides. Pedro levanta la liebre, et la mueve del covil non la sigue nin la toma, façe como caçador vil, otro Pedro que la sigue et la corre más sotil tómala, esto aconteçe a cazadores mil. |
De los consejos de don Amor al Arcipreste. Busca muger de talla, de cabeça pequeña, cabellos amarillos, non sean de alheña, las çejas apartadas, luengas, altas en peña, ancheta de caderas: ésta es talla de dueña. Ojos grandes, fermosos, pintados, relusçientes, et de luengas pestañas bien claras e reyentes, las orejas pequeñas, delgadas, para ál mientes, si ha el cuello alto, atal quieren las gentes. La narís afilada, los dientes menudillos, egoales, e bien blancos, un poco apretadillos, las ensivas bermejas, los dientes agudillos, los labros de la boca vermejos, angostillos. La su boca pequeña así de buena guisa, la su fas sea blanca, sin pelos, clara, e lisa, puña de aver muger, que la veas de prisa que la talla del cuerpo te dirá esto a guisa. A la muger que enviares de ti sea parienta, que bien leal te sea, non sea tu servienta, non lo sepa la dueña porque la otra non mienta non puede ser quien mal casa que non se arrepienta. Puña en quanto puedas que la tu mensajera sea bien rasonada, sotil e costumera sepa mentir fermoso e siga la carrera, ca más fierve la olla con la su cobertera. si parienta non tienes atal, toma viejas, que andan las iglesias e saben las callejas, grandes cuentas al cuello, saben muchas consejas, con lágrimas de Moysén escantan las orejas. Son grandes maestras aquestas paviotas, andan por todo el mundo, por plaças e cotas, a Dios alçan las cuentas, querellando sus coytas, ¡ay! ¡quánto mal saben estas viejas arlotas! Toma de unas viejas que se fasen erveras, andan de casa en casa e llámanse parteras; con polvos e afeytes e con alcoholeras, echan la moça en ojo e ciegan bien de veras. E busca mesajera de unas negras pecas que usan muncho frayres, monjas e beatas; son mucho andariegas e meresçen las çapatas; estas trotaconventos fasen muchas baratas. Do estas mujeres están muncho se alegran pocas mugeres pueden d'ellas se despagar, porque a ti non mienta sábelas falagar, ca tal escanto usan que saben bien çegar. De aquestas viejas todas ésta es la mejor; ruégal' que te non mienta, muéstral' buen amor, que muncha mala bestia vende buen corredor, e muncha mala ropa cubre buen cobertor. Si dexier' que la dueña non tiene miembros muy grandes nin los braços delgados, tú luego lo demandes si ha los pechos chicos; si dise sí, demandes contra la segura toda, porque más cierto andes. Si dis' que los sobacos tiene un poco mojados e que ha chicas piernas e luengos los costados, ancheta de caderas, pies chicos, socavados, tal muger non la fallan en todos los mercados. En la cama muy loca, en casa muy cuerda; non olvides tal dueña, mas d'ella te enamora; esto que te castigo con Ovidio concuerda; e para aquesta cata la fina avancuerda. Tres cosas non te oso agora descobrir; son todas encobiertas de mucho mal desir; pocas son las mugeres que d'ellas pueden salir; si yo las dexiese començaríen a reyr. Guarte que non sea bellosa nin barbuda; ¡atal media pecada et huerco la saguda! Si ha la mano chica, delgada, bos aguda, atal muger, si puedes, de buen seso la muda. En fin de las raçones fasle una pregunta: si es muger alegre, de amor se respunta, si afueras frías, si demanda quanto barrunta, al ome si drise sí, atal muger te ayunta. (Pulsa en cada autor para ver la descripción de su mujer ideal (descripio puellae):
|