EL
ANIMAL MORAL (I)
(para
ir a la segunda parte haz clic aquí)
Los seres humanos
hemos desarrollado una gran cantidad de códigos
y de normas morales.
Estos códigos y normas han sido muy diferentes
según en qué sociedades y en qué momentos se hayan
creado. Pero hay algo que permanece:
la
necesidad que tenemos de ellos los seres humanos independientemente de
la cultura, religión o sociedad en que estemos inmersos. La
persistencia de esta necesidad nos lleva a buscar su causa
más allá de la misma historia, más allá de
la organización social, en la misma conformación
biológica de la especie humana.
ANIMALES DE
DISTINTO PELAJE
El ser humano
es un animal. Podemos ubicarlo
dentro de la clasificación de los tipos de animales y reconocer
en él gran cantidad de
características compartidas con otros animales que ocupan
lugares cercanos en dicha clasificación. El ser humano es un
primate y, como tal, posee capacidades físicas y estructuras de
comportamiento que le permiten sobrevivir relacionándose con la
realidad que le rodea. Su estructura biológica hace posible su
supervivencia, pero también delimita la manera concreta en que
ésta puede producirse.
ACTIVIDAD 1:
Busca
información sobre el lugar que ocupa el ser humano en la
clasificación de los animales y las características que
tiene por ocupar ese lugar.
Cuando
analizamos la conducta de los animales nos encontramos con patrones de
acción fijos frente a las diversas
situaciones en que se pueden encontrar. Dependiendo de la complejidad
del animal y de su nivel de desarrollo, estos patrones son más o
menos complicados y más o menos previsibles, pero tienen algo en
común: la
especialización. Los
animales en general tienden a adaptarse a
las situaciones en que se encuentran especializando y automatizando sus
pautas de comportamiento y su estructura física. El proceso por
el que se produce esta especialización es conocido como
evolución, y se suele explicar por medio de la
selección natural por la supervivencia de los más aptos o
mejor adaptados al medio.
El
resultado de
este proceso es un tipo de
conducta caracterizada por el ajuste
al medio: una continuidad entre la situación real y
la conducta del animal. Así, por ejemplo, el animal hambriento,
ante la presencia de diferentes estímulos, reconoce como comida
sólo aquellos que la especialización propia de su especie
le ha llevado a considerar como tal. Y no sólo eso, ante un
estímulo reconocido como comida, el animal hambriento
desarrollará una estrategia de caza o recolección
específica. La especialización permite a los animales
sobrevivir en las condiciones para las que están especializados,
pero limita las condiciones ambientales para las que el animal
está preparado.
Por otra parte,
hay animales cuyo proceso de ajuste al medio no consiste en la
especialización, sino en la versatilidad.
Estos animales buscan
la eficiencia en la supervivencia variando de estrategia según
el tipo de situación al que se enfrentan, gracias a lo cual
evitan las limitaciones de la especialización. Las respuestas de
estos animales son más flexibles y sus hábitos
varían dependiendo de las zonas y los grupos en que se
encuentran. Un ejemplo de este tipo de animales es el chimpancé,
que elabora distintas soluciones a los mismos problemas de
supervivencia, los comunica a sus congéneres y es capaz de
aprender los de chimpancés traídos de otras zonas. El ajuste
al
medio de los animales no especialistas es menor, pero no debemos
confundir esta característica con una independencia total del
medio. Los animales de este tipo también parten en su proceso de
adaptación de un comportamiento ajustado. Es cierto que existe
flexibilidad en ese ajuste, pero no libertad o distanciamiento del
medio.
En el ser humano la no
especialización y la versatilidad de respuesta ante el medio es
enorme. Es cierto que también en él existen mecanismos de
respuesta automáticos parecidos a los de los animales en general
(agresividad, acecho, huida...), pero estos toman formas muy diversas,
a veces derivadas del grupo humano del que forman parte los individuos,
a veces originales, innovadoras y autónomas. Esta
caracterización como experto
de la no especialización es
la que ha llevado a diferenciar al ser humano del resto de los animales
y a considerarlo como un ser que de alguna manera se despega de la
animalidad. Es esto lo que se ha querido indicar definiendo al ser
humano como animal racional, animal superior o animal social. Aunque
estas definiciones deben tomarse de un modo relativo: no podemos
afirmar de un modo terminante que el ser humano sea el único
animal capaz de relaciones grupales organizadas, respuestas flexibles
ante el medio y conocimiento. La diferencia parece estar en el grado y
complejidad en que posee estas cualidades en relación a los
otros animales, incluso a los considerados más cercanos a
él.
En este
sentido
se dice que el animal está ajustado al medio, reaccionando de
forma instintiva a los estímulos del mismo, mientras que el ser
humano está abierto al mundo. Con este concepto de apertura lo
que se destaca es la capacidad propiamente humana de considerar la
situación y el medio, comprenderlos según un sistema de
significados o conocimientos y, finalmente, elegir o inventar la
respuesta que se considera más apropiada.
ACTIVIDAD 2:
Pon un ejemplo de una respuesta especializada al cambio de clima de las
estaciones y un ejemplo de respuesta no especializada.
Esta capacidad humana de la apertura es la que posibilita la moral y la
que distingue al ser humano del resto de los animales. Sobre esto
reflexionaremos en la segunda parte de
esta sección.
Carlos
Portillo
Fernández.
Última revisión: marzo de 2005